Fenómeno extraño en nuestras latitudes, sin duda, aunque parece que alguna hemos tenido, si. Ya en los archivos de la Agencia Estatal de Meteorológica hay registro el 4 de Febrero de 1872 de una «espléndida aurora boreal». No fué la primera, no. Según un artículo de La Verdad de esta mañana, y gracias a la hemeroteca del Diario de Murcia, parece que hay registro de al menos dos más.
Así, y sacado del artículo que comentabamos, en la tarde del 26 de diciembre de 1792, mientras aún retumbaban en la huerta los aguilandos de las cuadrillas remotas, con sus sones a mistela y tabaco negro y Misa de Gozo, cierto vientecillo frío del Norte mantenía en Murcia los termómetros a 10 grados. Eran las 15.00 horas cuando muchos murcianos descubrieron en la bóveda celeste una intensa luz hacia el Noroeste, donde el cielo «degeneraba en blanquizo» en un curioso juego entre los rayos solares y las nubes. «Es una aurora boreal», concluía el redactor del Correo de Murcia, sin imaginar siquiera que inmortalizaba una de las primeras crónicas periodísticas sobre este fenómeno en el mundo. El mismo prodigio también se repitió en febrero de 1837, según el artículo que comentábamos.
Además, el 13 de Ocutbre de 1787 volvemos a encontrar referencias a una aurora boreal, esta vez roja, en un Memorial Literario de Descripción de Auroras Boreales. En Murcia se empezó a ver a las 6h25’ y duró hasta las 10. Según textos de la época, «se principió a advertir la parte boreal del cielo con una rubicundez uniforme, que casi instantaneamente se encendió, y cubrió notablemente hasta la cola de la osa mayor, estendiendose algo mas al NE de dicha constelacion, pero sin bajar hacia el horizonte, ni subir mas alto de la cola de la osa, en esta sazon eran ya corridos los 49’ [...] A las 7 remitio algun tanto lo rubro de la aurora, y corrió ácia el O y constelacion del Bootes o Boyero, con varias y continuas intermitencias [...] á los 7’ tomó su color un incremento notable y momentaneo, y se extendió hacia el E cubriendo toda la cola de la dicha osa mayor, á los 12’ casi desapareció totalmente, aunque conservando un color muy remiso en la parte inferor del Boyero [...] y buelta a encender prontamente se insinuó ácia el orizonte [...] A las 10 ya no se veía.»
Y finalmente, del 25 de Enero de 1938, tenemos referencia de la última aurora boreal divisada en la penísula ibérica. Documentada fundamentalmente en Barcelona y Madrid, y a pesar de la guerra, en Molina de Segura por ejemplo hay registro de dicha efemérides, por lo que nos hace pensar que seguro que también pudo ser vista por Murcia.