Un poco de Historia: El padre de la Meteorología en Murcia

Unas lineas hablando un poco del padre de la meteorología en Murcia, el catedrático D. Olayo Díaz Gimenez. Sin duda un lujazo  haber contado con este CIENTIFICO para el comienzo de la meteorología en nuestra ciudad.

"A instancias del Ministerio de Fomento, la Estación Meteorológica de Murcia fue creada por R.D. de 5/3/1860 con sede en el Instituto de Segunda Enseñanza, aunque su material e instrucciones de uso no fueron remitidos a éste sino a lo largo del bienio siguiente, justo coincidiendo con la incorporación de Olayo Díaz. En realidad, la creación de dicha Estación se produjo en un marco general, pues el mismo decreto que la propicia preveía la creación de otras 22 en distintas capitales de provincia, nombrándose como encargados de las mismas, allá donde los hubiese, a los catedráticos titulares de Física.

Las instrucciones de uso remitidas, eran bastante precisas, pero por contra, el material suministrado al Instituto para ejecutarlas era más bien escaso y deficiente: Un barómetro de Winckelmann (tipo Fortin), dos termómetros de máxima-mínima (modelo Casella, modificado por Philiph), dos termómetros de Fastre formando sistema para medir humedades relativas (poco operativo ante el excesivo tamaño e inadecuado soporte de los mismos), un pluviómetro y un vaso evaporatorio.

Tales circunstancias, motivaron a Olayo Díaz a dirigirse repetidas veces a la Administración en demanda de nuevos y mejores instrumentos, pero su escaso éxito en el empeño le movió a iniciar un programa de adquisiciones con los fondos propios del Instituto. Así, entre otros materiales menores, trajo dos nuevos psicrómetros (con los que sustituir ventajosamente al sistema de termómetros Fastre), un atmóscopo de zinc, un higrómetro de Daniell, un udómetro de Babinet y un anemómetro de Robinson.

Ya bien pertrechado, Díaz realizó minuciosamente durante años todas las observaciones que le eran demandadas desde el Ministerio. Pero lo importante es que no se limitó a remitir de oficio tales registros, sino que aprovechó para proyectarlos, de forma original y eficaz, hacia el conjunto de la sociedad murciana a través de la prensa. Esmeradas colecciones de dichos registros fueron publicados en revistas como Aura de Murcia (1871) y El Semanario Murciano (1878-81). Normalmente lo hizo con periodicidad decenal o mensual, aunque facilitó también en varias ocasiones interesantes resúmenes con los valores medios por períodos trianuales o quinquenales.

Pero debe añadirse que en tales cuadros y resúmenes, los datos meteorológicos nunca fueron plasmados sin más. Díaz los acompañó de una sección denominada «Accidentes» desde donde realizó una notable divulgación de los fundamentos de la Meteorología, a la vez que ofreció abundantes comentarios sobre la climatología murciana. En este terreno, incidió especialmente en la influencia de ésta en cuestiones vitales para la economía de la tierra, como la agricultura y sericultura. También se cuidó de criticar científicamente determinas costumbres laborales de los huertanos.

Es interesante señalar que en una de sus colaboraciones en el Semanario Murciano,  quedó reproducida la carta-informe que envió al Director del Observatorio Astronómico de Madrid analizando las causas y efectos de la riada de Santa Teresa. Dicho evento, acaecido en Octubre de 1879, fue de los más devastadores que ha conocido Murcia: hubo un total de 782 víctimas, y propició un movimiento internacional de apoyo en el que participaron activamente varios intelectuales y escritores extranjeros, como Emile Zola.

Pero aún hay más que decir sobre la labor meteorológica de Olayo Díaz, y es que a poco de instalarse la Estación, en 1865, el propio Instituto le editó un libro relativo a su labor en aquélla. El título de dicha obra, Año meteórico de Murcia. 1864, es algo engañoso, pues su contenido no es una mera recopilación de los registros obtenidos en la Estación durante dicho año. En realidad, el planteamiento de la obra es tan genérico, que ésta nos permite considerar a su autor como el verdadero introductor de la Meteorología en Murcia. Merece la pena realizar algunos comentarios sobre el libro, el cual, muy bien valorado por la Academia de Ciencias, le valió a Díaz el nombramiento de miembro corresponsal de la misma en 1867.

Dividido en dos grandes partes, la primera de ellas tiene un enfoque general y un nivel teórico considerable. A lo largo de las 8 secciones iniciales de la misma, y con el pretexto de describir el instrumental de la Estación, realiza Olayo un estudio físico detallado de los principales fenómenos meteóricos: presión atmosférica, humedad, temperatura, evaporación, lluvia, aire, luz y electricidad meteórica. Es este último fenómeno el que se ve con más atención, incluyéndose dentro del estudio del mismo
una breve historia de la electricidad como ciencia y un buen análisis de los fenómenos de electrificación por influencia.

De todos los fenómenos citados, se revisan con detalle tanto las causas que los producen como sus consecuencias y métodos de medida. Hay luego otra sección dedicada a estudiar (de forma bastante exhaustiva por cierto) los diferentes tipos de nubes tormentosas. Y por último aparecen otras 5 secciones, ya menos teóricas, y cuya inclusión parece obedecer más a motivos editoriales que científicos; están centradas en un fenómeno muy particular: el rayo, del que se estudian sus causas, naturaleza, efectos destructivos y métodos de prevención.

Pese al enfoque genérico que, según vemos, presidió siempre esta primera parte del Año meteórico, aborda Olayo Díaz en ella algunas cuestiones referentes específicamente a Murcia. Destacaríamos la determinación experimental de la profundidad de la capa termostática de la ciudad, o capa interior de temperatura constante donde acaba la influencia solar. Díaz compara sus datos, obtenidos a partir de un pozo de 7 m. excavado en el patio del Instituto, con los aportados por Cassini en el Observatorio de París (1771). En el caso murciano la citada capa se sitúa a los 4m., con una temperatura estable de 16.7º (uno por debajo de la temperatura media de la ciudad,al revés de lo apreciado en el caso parisino) (ver nota 4). Otros autores a los que recurre a lo largo de la obra para cotejar datos son Saussure, Humboltd y Kaemtz.

La segunda parte es más descriptiva, y está dedicada específicamente a la meteorología de la Región Murciana. Dividida en 4 amplias secciones, correspondientes a las 4 estaciones climatológicas del año, se plasman en cada una de ellas los valores mensuales medios de los registros obtenidos desde la Estación. Estos hacen referencia, en todos los casos, a presión atmosférica, temperatura, humedad relativa, evaporación, lluvia, celaje y vientos. Ya de forma más ocasional, son recogidas algunas incidencias y cifras relativas a otros fenómenos atmosféricos particulares, como las tempestades, la electricidad meteórica y la niebla. Se incluye al final de la obra, una pormenorizada colección de los datos meteorológicos murcianos del trienio 1863-65.

Pero conviene señalar que, al igual que ocurrió con sus colaboraciones en la prensa, aquí Olayo Díaz tampoco se limita a publicar unas frías relaciones de datos numéricos, sino que estos van siempre acompañados de amplios comentarios. La mayoría están referidos a la incidencia general de la climatología murciana sobre las actividades agrícolas propias de la tierra, pero toca además con especial interés (cosa que también había hecho desde la prensa) el tema de la cría del gusano de seda.

En este terreno, insiste sobre tres cuestiones (por desgracia muy poco consideradas tradicionalmente por los huertanos): la conveniencia de no alimentar al gusano con moreras húmedas, el evitar su hacinamiento y el cuidar en extremo la deshumidificación de los zarzos; advierte Díaz que en caso contrario se favorece mucho la propagación de la epizootia denominada «pinto» o «fuligo», debida, según el mismo comenta, al hongo parasitario botrytis bassyana. Aquí, Olayo es consciente de que sus escritos difícilmente van a llegar al modesto huertano; ello le impele a exigir a los propietarios que se responsabilicen de fomentar ese cambio de hábitos.

Y en otro orden de cosas, yéndonos ya a la parte final del libro, vemos que allí aborda Olayo Díaz una cuestión bastante más original que las anteriores, como es la posible incidencia de la concentración del ozono atmósferico en la propagación de las epidemias de cólera. Le motiva a ello el que Murcia acababa de padecer una de ellas (Noviembre 1864-Febrero 1865), aunque Díaz ya había vivido ese mismo trance en dos ocasiones anteriores. Sobre el tema, había una determinada corriente de opinión médica desde la que se defendía que la mayor presencia de ozono en la atmósfera, por las bien conocidas condiciones antisépticas de éste, debía ser un factor amortiguador de la acción colérica.

Sin embargo, tras mostrar los resultados de las mediciones practicadas desde la Estación durante los últimos 4 meses de la epidemia, Díaz hace ver que, contrariamente,  justo vienen a coincidir las alzas de ozono con los días de mayor virulencia de la enfermedad. Así, ésta tuvo su apogeo durante los dos meses finales de 1864, decayendo ya a lo largo de Enero y Febrero de 1865; en cambio, los máximos de ozono durante esos 4 meses, referidos siempre a fases de 10 días, fueron: Noviembre (19- 18-10), Diciembre (9-12-8), Enero (12-12-13) y Febrero (7-9-9). Ante ello, interpreta que la indudable acción antiséptica del ozono, se ve contrarrestada por las peculiares condiciones meteorológicas que favorecen el alza de éste: humedad, nubosidad, bruma y ausencia de vientos secos."

Nota 1.- Extracto del artículo "Olayo Diaz Gimenez (1810-1885)", realizado por el catedrático de Matemáticas del Instituto Alfonso X "El Sabio", Carlos Lopez Fernandez, y el Dr. en Ciencias Físicas de la Facultad de Medicina de la UM, Manuel Valera Candel.
Nota 2.- Las fotografías de instrumentos meteorológicos están sacadas de la página web del Instituto de Bachillerato Alfonso X "El Sabio" de Murcia. Entiendo que serán visitables en su recién estrenado museo, aunque carezco de dicha información.
Nota 3.- En la última fotografía, la fachada del edificio de la histórica estación meteorológica Murcia/Instituto (el actual edificio del Instituto Cascales).
Nota 4.- Investigado las conclusiones obtenidas en los experimentos del pozo, se está en el convencimiento de que los autores del texto confunde el dato de la relación con la temperatura ambiente, por lo que ha quedado finalmente rectificado en base a los propios apuntes de D. Olayo Diaz. Ver link.